Un repaso al sello VERTIGO (II): Las series
A día de hoy, se han publicado bajo el marbete de Vertigo cientos de referencias, pero siempre ha habido momentos en que la continuidad de la línea ha dependido de uno o dos títulos de cierto tirón mediático acompañado, en la mayoría de las ocasiones, de un calidad media al menos aceptable. Repasemos algunas de esas cabeceras esenciales:
The Sandman. Decir Vertigo es decir Sandman. La conjunción de elementos religiosos, leyendas ancestrales, atractivas deidades y miedos muy humanos presentes en los guiones de Gaiman se unen a un poderoso interés en contar historias, o mejor aún, en contar cuentos (y no precisamente infantiles). Pese a la aureola de rupturista e innovador que rodea a la figura de Gaiman, el propósito fundamental de sus obras radica en realidad en relatar historias a la manera clásica, es decir, en enlazar fantasía, terror y realidad a través de unos argumentos adictivos y de unos personajes hábilmente desarrollados. Tampoco nos podemos olvidar de la contribución de los compañeros de viaje de Gaiman, ya que por The Sandman han desfilado dibujantes de reconocida trayectoria como Bryan Talbot, Charles Vess, P. Craig Russell o Jill Thompson. Mucho menos interés tienen la series paralelas que han nacido al abrigo del amplio mundo creado en el cómic de Gaiman pero en las que él no ha tenido mucho que ver, como en los casos de The Dreaming,The Sandman Presents o Lucifer.
Hellblazer. Esta serie, iniciada por Jamie Delano mucho antes de la fundación de Vertigo, es una de las decanas del sello y está protagonizada por John Constantine, un investigador de lo ininteligible y un adicto insalvable al tabaco y al whisky creado por Alan Moore. En Hellblazer, diferentes equipos creativos nos han mostrado las facciones más oscuras del ser humano junto al desarrollo de un antihéroe nato como es Constantine, cuyos adversarios han pasado por ser desde el mismísimo diablo, hasta un aún más temible cáncer de pulmón. La adaptación cinematográfica del personaje, con un soso Keanu Reeves en el papel de Constantine, ha sido estrenada este mismo año.
Predicador. Violencia gratuita, personajes desahuciados y sarcasmo a costa de la religión cristiana son los principales elementos que conforman esta colección de 66 números a cargo de Garth Ennis y Steve Dillon. Con un humor muy políticamente incorrecto (expresión muy de moda y ya usada como un comodín), Ennis nos narra la búsqueda de Dios por parte de Jesse Custer, un reverendo alcohólico y fumador al que se le aparece el fantasma de John Wayne como guía espiritual. A lo largo de la serie, se nos permite asistir a un viaje a lo road movie en el que conoceremos a algunos de los más sangrantes ejemplos de la llamada basura blanca americana (cuyo máximo exponente es Caraculo, un fan de Kurt Cobain con el rostro deformado debido al fallido intento de suicidarse tal y como hizo su ídolo.)
Transmetropolitan. En esta ocasión, el estamento a desenmascarar es nada menos que el cuarto poder, es decir, los medios de comunicación. Spider Jerusalem es un periodista en una enorme metrópolis futurista encargado de una columna de opinión que le obliga a investigar, al modo de Hunter S. Thompson con Miedo y asco en Las Vegas, en los entresijos de una sociedad degradada. Sus métodos de indagación, extremadamente violentos en la mayoría de las ocasiones pero siempre con el objetivo de contar la verdad a sus lectores, suponen un toque de humor en unos argumentos con un trasfondo muy crítico. Está guionizada por Warren Ellis y dibujada por Darick Robertson.
100 Balas. La recuperación de la serie negra ha sido uno de los principales caballos de batalla en las más recientes propuestas de Vertigo. Esta colección, realizada por Brian Azzarello y Eduardo Risso, es una muestra de los más atrayentes tópicos del género negro expuestos en historias cortas, normalmente de cuatro números cada una, pero con un subargumento común a todas ellas como hilo conductor (la identidad del hombre que entrega el maletín con las cien balas al protagonista de cada entrega). No faltan los diálogos afilados e ingeniosos y el dibujo lleno de sombras, componentes que agradarán a los más exigentes aficionados a las novelas de Dashiell Hammett o Jim Thompson.
Los Invisibles. Una de las más impactantes locuras de Grant Morrison. Los Invisibles es la trama definitiva sobre conspiraciones a nivel mundial y a lo largo de la Historia. En ella somos testigos de cómo un joven adolescente se introduce en un grupo de anarquistas que le muestran, entre otras cosas, que el mundo está en guerra: una contienda entre Los Invisibles, en busca de una utópica libertad, y la conspiración, encargada de alienar a la población con el fin de dirigirla y controlarla (vamos, como la vida misma.) Morrison juega en esta obra con multitud de referencias a los aspectos más extravagantes y depravados del S.XX, construyendo una historia inteligente y enormemente sugestiva.
Por supuesto, dado el volumen de publicación que Vertigo ha alcanzado en su extensa trayectoria, nos dejamos en el tintero una interminable lista de creaciones. Nos dejamos, por ejemplo, una historia de adolescentes y transformaciones subcuánticas en The Minx (La Bribona) de Peter Milligan y Sean Philips, un precursor de Harry Potter llamado Tim Hunter en Los Libros de la Magia, más serie negra de calidad en títulos como La escena del crimen de Ed Brubaker y Michael Lark, Blanco Humano de Milligan y el malogrado Edvin Biukovic o Johnny Double de Azzarello y Risso, historias cortas de terror a manos de autores de renombre en Flinch, o todo un espectáculo visual a cargo del ya mencionado Lark en Terminal City. Eso sin contar propuestas más recientes, entre las que podríamos destacar Fábulas de Bill Willingham, donde los personajes de los cuentos infantiles se escapan de sus respectivas parábolas y forman una sociedad secreta en Nueva York, El Asco, una de las más desconcertantes series de Morrison, Y, el último hombre de Brian K. Vaughn, en la que un virus acaba con la vida de todos los individuos masculinos del planeta a excepción de un escapista en paro, American Century de David Tischman, una serie ambientada en la América de los años 50 con el telón de fondo de la Guerra Fría, Los perdedores de Andy Diggle, la nueva serie de Swamp Thing y un largo etcétera.
Obviamente, nos olvidamos también de muchas series fallidas que, como es lógico, también han tenido presencia en la vasta producción de Vertigo. Series que han tenido en común un intento por imitar a las propuestas estrella del sello tomando los aspectos más superficiales de las mismas, como si un dibujo sucio, unos cuantos tacos y algún componente sobrenatural fueran elementos suficientes para realizar un buen cómic Vertigo, cuando en realidad lo esencial es la cantidad de talento y el cimiento imaginativo que haya detrás del uso de esos recursos narrativos.
En la siguiente entrega (en este mismo batcanal y a la misma bathora, más o menos): Vertigo en España
The Sandman. Decir Vertigo es decir Sandman. La conjunción de elementos religiosos, leyendas ancestrales, atractivas deidades y miedos muy humanos presentes en los guiones de Gaiman se unen a un poderoso interés en contar historias, o mejor aún, en contar cuentos (y no precisamente infantiles). Pese a la aureola de rupturista e innovador que rodea a la figura de Gaiman, el propósito fundamental de sus obras radica en realidad en relatar historias a la manera clásica, es decir, en enlazar fantasía, terror y realidad a través de unos argumentos adictivos y de unos personajes hábilmente desarrollados. Tampoco nos podemos olvidar de la contribución de los compañeros de viaje de Gaiman, ya que por The Sandman han desfilado dibujantes de reconocida trayectoria como Bryan Talbot, Charles Vess, P. Craig Russell o Jill Thompson. Mucho menos interés tienen la series paralelas que han nacido al abrigo del amplio mundo creado en el cómic de Gaiman pero en las que él no ha tenido mucho que ver, como en los casos de The Dreaming,The Sandman Presents o Lucifer.
Hellblazer. Esta serie, iniciada por Jamie Delano mucho antes de la fundación de Vertigo, es una de las decanas del sello y está protagonizada por John Constantine, un investigador de lo ininteligible y un adicto insalvable al tabaco y al whisky creado por Alan Moore. En Hellblazer, diferentes equipos creativos nos han mostrado las facciones más oscuras del ser humano junto al desarrollo de un antihéroe nato como es Constantine, cuyos adversarios han pasado por ser desde el mismísimo diablo, hasta un aún más temible cáncer de pulmón. La adaptación cinematográfica del personaje, con un soso Keanu Reeves en el papel de Constantine, ha sido estrenada este mismo año.
Predicador. Violencia gratuita, personajes desahuciados y sarcasmo a costa de la religión cristiana son los principales elementos que conforman esta colección de 66 números a cargo de Garth Ennis y Steve Dillon. Con un humor muy políticamente incorrecto (expresión muy de moda y ya usada como un comodín), Ennis nos narra la búsqueda de Dios por parte de Jesse Custer, un reverendo alcohólico y fumador al que se le aparece el fantasma de John Wayne como guía espiritual. A lo largo de la serie, se nos permite asistir a un viaje a lo road movie en el que conoceremos a algunos de los más sangrantes ejemplos de la llamada basura blanca americana (cuyo máximo exponente es Caraculo, un fan de Kurt Cobain con el rostro deformado debido al fallido intento de suicidarse tal y como hizo su ídolo.)
Transmetropolitan. En esta ocasión, el estamento a desenmascarar es nada menos que el cuarto poder, es decir, los medios de comunicación. Spider Jerusalem es un periodista en una enorme metrópolis futurista encargado de una columna de opinión que le obliga a investigar, al modo de Hunter S. Thompson con Miedo y asco en Las Vegas, en los entresijos de una sociedad degradada. Sus métodos de indagación, extremadamente violentos en la mayoría de las ocasiones pero siempre con el objetivo de contar la verdad a sus lectores, suponen un toque de humor en unos argumentos con un trasfondo muy crítico. Está guionizada por Warren Ellis y dibujada por Darick Robertson.
100 Balas. La recuperación de la serie negra ha sido uno de los principales caballos de batalla en las más recientes propuestas de Vertigo. Esta colección, realizada por Brian Azzarello y Eduardo Risso, es una muestra de los más atrayentes tópicos del género negro expuestos en historias cortas, normalmente de cuatro números cada una, pero con un subargumento común a todas ellas como hilo conductor (la identidad del hombre que entrega el maletín con las cien balas al protagonista de cada entrega). No faltan los diálogos afilados e ingeniosos y el dibujo lleno de sombras, componentes que agradarán a los más exigentes aficionados a las novelas de Dashiell Hammett o Jim Thompson.
Los Invisibles. Una de las más impactantes locuras de Grant Morrison. Los Invisibles es la trama definitiva sobre conspiraciones a nivel mundial y a lo largo de la Historia. En ella somos testigos de cómo un joven adolescente se introduce en un grupo de anarquistas que le muestran, entre otras cosas, que el mundo está en guerra: una contienda entre Los Invisibles, en busca de una utópica libertad, y la conspiración, encargada de alienar a la población con el fin de dirigirla y controlarla (vamos, como la vida misma.) Morrison juega en esta obra con multitud de referencias a los aspectos más extravagantes y depravados del S.XX, construyendo una historia inteligente y enormemente sugestiva.
Por supuesto, dado el volumen de publicación que Vertigo ha alcanzado en su extensa trayectoria, nos dejamos en el tintero una interminable lista de creaciones. Nos dejamos, por ejemplo, una historia de adolescentes y transformaciones subcuánticas en The Minx (La Bribona) de Peter Milligan y Sean Philips, un precursor de Harry Potter llamado Tim Hunter en Los Libros de la Magia, más serie negra de calidad en títulos como La escena del crimen de Ed Brubaker y Michael Lark, Blanco Humano de Milligan y el malogrado Edvin Biukovic o Johnny Double de Azzarello y Risso, historias cortas de terror a manos de autores de renombre en Flinch, o todo un espectáculo visual a cargo del ya mencionado Lark en Terminal City. Eso sin contar propuestas más recientes, entre las que podríamos destacar Fábulas de Bill Willingham, donde los personajes de los cuentos infantiles se escapan de sus respectivas parábolas y forman una sociedad secreta en Nueva York, El Asco, una de las más desconcertantes series de Morrison, Y, el último hombre de Brian K. Vaughn, en la que un virus acaba con la vida de todos los individuos masculinos del planeta a excepción de un escapista en paro, American Century de David Tischman, una serie ambientada en la América de los años 50 con el telón de fondo de la Guerra Fría, Los perdedores de Andy Diggle, la nueva serie de Swamp Thing y un largo etcétera.
Obviamente, nos olvidamos también de muchas series fallidas que, como es lógico, también han tenido presencia en la vasta producción de Vertigo. Series que han tenido en común un intento por imitar a las propuestas estrella del sello tomando los aspectos más superficiales de las mismas, como si un dibujo sucio, unos cuantos tacos y algún componente sobrenatural fueran elementos suficientes para realizar un buen cómic Vertigo, cuando en realidad lo esencial es la cantidad de talento y el cimiento imaginativo que haya detrás del uso de esos recursos narrativos.
En la siguiente entrega (en este mismo batcanal y a la misma bathora, más o menos): Vertigo en España
6 comentarios
Civ -
Lo que me pregunto es si con el tema de los derechos, descatalogarán los tomos de Norma. Por lo que comentas, el precio no es tan alto en los tomos gordos, es verdad.
Trotty -
Y no decía que la odiaras, solo que parecía que aunque no estuviera mal no daba la talla de la otras ...
Civ -
Redivivo -
Continuo con las siguiente lección.
Trotty -
Por cierto es solo impresion mio o de las series que comntas es una de las q menos te gusta?
Jackal -