Clásicos del suspense
He terminado de leerme los ocho tomitos de la Biblioteca Grandes del Cómic: Clásicos del suspense de EC que publicó Planeta el año pasado, y no puedo resistirme a hablar un poco de ellos.
En una no muy lejana entrevista, preguntaban a Al Feldstein acerca de los consejos que él daría a los jóvenes que quisieran introducirse en la industria del cómic, y su respuesta fue nada menos que ésta: Les recomiendo que se dediquen a otro medio más lucrativo. El cómic es como una calesa en la era del automóvil . Son palabras sorprendentes y, en cierto modo, dolorosas viniendo de uno de los más prolíficos guionistas de una editorial clave en la historia del medio e influyente incluso en algunos aspectos de la sociedad norteamericana y su popular doble moral.
Tras la gran aceptación de Clásicos del Terror de EC (que aglutinó las publicaciones de horror que mayor fama dieron a dicha editorial), llegó el pasado año por fin a nuestro país, con más de medio siglo de retraso, la edición de las series Crime SuspenStories y Shock SuspenStories. Pese a ser realizadas por prácticamente el mismo plantel de artistas de las series de terror, entre los que destacan nombres de la talla de Johnny Craig, Harvey Kurtzman o Graham Ghastly Ingels, estas historietas se diferencian por su temática más orientada hacia el mundo criminal y policial. Sin embargo, no se trata de encontrar aquí finas tramas detectivescas o investigadores privados de intachable estampa. Era marca de la casa el gusto por lo grotesco (motivo por el que la censura se cebó con estas publicaciones) y las historias de suspense no se iban a librar de dicha caracterización, mostrándonos un mundo cruel y vengativo en el que el criminal recibe siempre el castigo más apropiado y visceral. Cierto es que, en ocasiones, el desarrollo de las historias se puede hacer algo repetitivo, pero eso no le resta ni un ápice de interés a estos auténticos clásicos.
En una no muy lejana entrevista, preguntaban a Al Feldstein acerca de los consejos que él daría a los jóvenes que quisieran introducirse en la industria del cómic, y su respuesta fue nada menos que ésta: Les recomiendo que se dediquen a otro medio más lucrativo. El cómic es como una calesa en la era del automóvil . Son palabras sorprendentes y, en cierto modo, dolorosas viniendo de uno de los más prolíficos guionistas de una editorial clave en la historia del medio e influyente incluso en algunos aspectos de la sociedad norteamericana y su popular doble moral.
Tras la gran aceptación de Clásicos del Terror de EC (que aglutinó las publicaciones de horror que mayor fama dieron a dicha editorial), llegó el pasado año por fin a nuestro país, con más de medio siglo de retraso, la edición de las series Crime SuspenStories y Shock SuspenStories. Pese a ser realizadas por prácticamente el mismo plantel de artistas de las series de terror, entre los que destacan nombres de la talla de Johnny Craig, Harvey Kurtzman o Graham Ghastly Ingels, estas historietas se diferencian por su temática más orientada hacia el mundo criminal y policial. Sin embargo, no se trata de encontrar aquí finas tramas detectivescas o investigadores privados de intachable estampa. Era marca de la casa el gusto por lo grotesco (motivo por el que la censura se cebó con estas publicaciones) y las historias de suspense no se iban a librar de dicha caracterización, mostrándonos un mundo cruel y vengativo en el que el criminal recibe siempre el castigo más apropiado y visceral. Cierto es que, en ocasiones, el desarrollo de las historias se puede hacer algo repetitivo, pero eso no le resta ni un ápice de interés a estos auténticos clásicos.
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