El fútbol mata más que el rol
Después de más de año y medio al frente de este blog, y aunque las consecuencias puedan ser funestas, llega el momento de que me quite la máscara y lo confiese: me gusta el fútbol. Bueno, no tanto como para pagar por ir a un estadio a verlo, ni para comprarme el Marca (¡vade retro!), ni mucho menos para gastarme un pastón en una camiseta oficial de ésas, pero reconozco que me gusta ver algún que otro partido en televisión (sobre todo si juega el equipo al que sigo) y estar al tanto de los fichajes y esas cosas. ¿Que cuál es mi equipo? Bueno, viendo la imagen está bastante claro: el Racing de Santander (soy madrileño de nacimiento y residencia, pero me encanta Cantabria y he ido mucho por allí). Así que, sí, estoy al tanto de que este año el Racing está haciendo un equipazo (con fichajes como Dalmat, Casquero, Vitolo u Óscar Serrano), me hace ilusión cuando gana, cuando se salva o cuando asciende, me gusta ver sus partidos y ese tipo de cosas. Pero ojo, no me retiréis la palabra por ello, que lo cortés no quita lo valiente, y en cualquier momento me planto unas gafas de pasta (sin lentes, que veo bien), me voy de visita a un Museo de Arte Contemporáneo y paso de gañán futbolero a modernillo interesante en un abrir y cerrar de ojos.
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