Síndrome postvacacional
Cada vez que vuelvo de pasar unos días en el pequeño pueblo cántabro de mis abuelos, me pregunto porqué demonios sigo viviendo en Madrid, donde hasta la más minúscula de sus poblaciones es ya una ciudad de bolsillo. En esos pueblos, que casi todo el que aún tenga algún abuelo vivo conoce, el tiempo pasa más despacio, no hay nervios, no hay tensión y, aunque supongo que estoy generalizando, da la sensación de que la gente es mucho más amable e inocente, nadie te mira mal, o mejor dicho, nadie te ignora mientras anda a toda prisa enfundado en un triste traje de ejecutivo. No se producen atascos llenos de insultos y malas caras, no hay que esperar colas para cualquier cosa, y leer a la sombra de un árbol se convierte en un placer inigualable.
Pero ya estamos aquí otra vez, fingiendo ser medianamente felices e intentando evadirnos a través de libros, tebeos, canciones, películas o lo que sea. Todo con tal de no comernos la cabeza y escribir textos como este. Y menos mal, menos mal que nos quedan las ficciones, ya que la realidad cruda y sin aditivos sería insoportable. Vaya, pues sí que empiezo animado la nueva temporada...
Pero ya estamos aquí otra vez, fingiendo ser medianamente felices e intentando evadirnos a través de libros, tebeos, canciones, películas o lo que sea. Todo con tal de no comernos la cabeza y escribir textos como este. Y menos mal, menos mal que nos quedan las ficciones, ya que la realidad cruda y sin aditivos sería insoportable. Vaya, pues sí que empiezo animado la nueva temporada...
6 comentarios
Civ -
Gaylofollen -
Anónimo -
Alice -
Ánimo y a descubrir nuevas formas de evasión.
Gaylofollen -
JQ -