¿Es posible el retorno de las revistas de cómics?
Comentaba Álvaro en La Cárcel hace unos días la posibilidad de que algunas editoriales retomaran el formato de revista para la publicación de cómics. No hay duda de que, con la popularización de internet, las publicaciones de papel en general han sufrido un lógico desgaste, pero a pesar de ello, los quioscos siguen estando repletos de revistas especializadas en mil y una materias, así que ¿por qué no va a haber un pequeño hueco para un par de revistas de tebeos?
Mi experiencia con la revistas de cómics españolas no ha sido muy dilatada, más que nada porque el boom de los 80 me pilló demasiado joven, y cuando empecé a interesarme por ellas, en los 90, fue justo cuando ya estaban en plena decadencia. La primera que seguí, aunque de forma no continuada, fue Cimoc, y me descubrió un mundo de cómic adulto (o más bien, diferente a los superhéroes a los que estaba acostumbrado) que me fascinó, especialmente la serie Alvar Mayor de Trillo y Breccia. Prácticamente al mismo tiempo descubrí El Víbora y esta sí que la coleccioné hasta su reciente defunción, lo que me sirvió para conocer de primera mano a algunos de los mejores autores underground americanos (Crumb, Shelton, Burns, Bagge...) y a multitud de creadores españoles (Max, Jaime Martín, Pons..), todos ellos tras unas portadas erótico-festivas que provocaban que lo pasara bastante mal cuando iba al quiosco a por ella. Otras revistas que conocí pero que duraron poco y me influyeron menos que las anteriores, fueron Viñetas (una gran publicación de Glènat más centrada en el cómic europeo y con autorazos como Ana Miralles, Gallardo, Bernet y Abulí, Mezzo y Pirus, etc.), Top Cómics (no recuerdo si este era su nombre exacto, pero fue una publicación de Ediciones B que alternaba horrores como la adaptación al cómic de Demolition Man con clásicos como El Capitán Trueno) o Totem (una nueva encarnación de esta cabecera que incluía desde Manara hasta el divertidísimo Edika, pasando por Carlos Giménez y su Paracuellos).
La verdad es que yo añoro este tipo de publicaciones, sobre todo porque permitían acceder al cómic europeo de forma más barata (ya sé que muchos están en contra de serializar los álbumes en vez de publicarlos directamente en tomo, pero yo no soy tan purista) y por las oportunidades que daban a los autores españoles. El problema es si habrá suficientes lectores que, al igual que yo, eche de menos el formato revista.
Mi experiencia con la revistas de cómics españolas no ha sido muy dilatada, más que nada porque el boom de los 80 me pilló demasiado joven, y cuando empecé a interesarme por ellas, en los 90, fue justo cuando ya estaban en plena decadencia. La primera que seguí, aunque de forma no continuada, fue Cimoc, y me descubrió un mundo de cómic adulto (o más bien, diferente a los superhéroes a los que estaba acostumbrado) que me fascinó, especialmente la serie Alvar Mayor de Trillo y Breccia. Prácticamente al mismo tiempo descubrí El Víbora y esta sí que la coleccioné hasta su reciente defunción, lo que me sirvió para conocer de primera mano a algunos de los mejores autores underground americanos (Crumb, Shelton, Burns, Bagge...) y a multitud de creadores españoles (Max, Jaime Martín, Pons..), todos ellos tras unas portadas erótico-festivas que provocaban que lo pasara bastante mal cuando iba al quiosco a por ella. Otras revistas que conocí pero que duraron poco y me influyeron menos que las anteriores, fueron Viñetas (una gran publicación de Glènat más centrada en el cómic europeo y con autorazos como Ana Miralles, Gallardo, Bernet y Abulí, Mezzo y Pirus, etc.), Top Cómics (no recuerdo si este era su nombre exacto, pero fue una publicación de Ediciones B que alternaba horrores como la adaptación al cómic de Demolition Man con clásicos como El Capitán Trueno) o Totem (una nueva encarnación de esta cabecera que incluía desde Manara hasta el divertidísimo Edika, pasando por Carlos Giménez y su Paracuellos).
La verdad es que yo añoro este tipo de publicaciones, sobre todo porque permitían acceder al cómic europeo de forma más barata (ya sé que muchos están en contra de serializar los álbumes en vez de publicarlos directamente en tomo, pero yo no soy tan purista) y por las oportunidades que daban a los autores españoles. El problema es si habrá suficientes lectores que, al igual que yo, eche de menos el formato revista.
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