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Anarroseando

Anarroseando

Buen artículo sobre los best sellers en el número veraniego de Revista de Libros que se puede leer gratuitamente aquí y del que extraigo este fragmento por mencionar, aunque sea de pasada, a nuestros queridos tebeos: 

Recuerdo que siendo de niño gran aficionando a los tebeos, hoy cómics, algún compañero sabiondo venía a descalificarlos con burla porque ni El Guerrero del Antifaz ni el Capitán Trueno, entre tanto batallar, dedicaban siquiera un breve instante a ese sosiego reparador que supone vaciar la vejiga a tiempo o aligerar el vientre. Y es verdad que en viñeta alguna se veía a nuestros héroes haciendo eso que se llama sus necesidades. Tales cosas hay que suponerlas, le replicaba yo, anticipándome así en años a las alambicadas teorías del crítico barcelonés José María Castellet, tan de moda algunos años más tarde, elucidadas en su sorprendente best seller La hora del lector , publicado por el editor Carlos Barral.

Ya se sabe que todo ha ido últimamente por otro camino. Las novelas han engordado, el tamaño de los libros ha crecido, en Londres yo he visto ediciones de El Código Da Vinci grandes como maletines. El lector, lejos de esforzarse más, se ha entregado decididamente a la pereza. Si los libros fueran carne, habría que dárselos a comer en forma de papilla. Prolijidad, prolijidad. Se escribe lo innecesario, y se lleva al lector tan de la mano que no parece el escritor, o la escritora, sino una joven mamá dispuesta a auxiliar con los toques que sean necesarios la buena salida de la micción de su hijito varón.

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