Esta es la primera obra que leo del llamado
nouvelle manga (una acertada denominación, sin duda) y la impresión ha sido absolutamente positiva. En
Tokio es mi jardín Boilet y Peeters nos cuentan la historia de David Martin, un representante de coñac francés en Japón sin éxito alguno en su trabajo que espera resignado la próxima visita de su jefe con objeto de comprobar sus (nulos) progresos laborales. Mientras llega la fatídica fecha de su llegada, David conoce a Kimié, una preciosa chica japonesa de la que se enamora casi en el mismo momento de conocerla. Me ha gustado mucho la delicadeza con la que está contada la historia, la bonita relación entre los dos protagonistas y la atmósfera de bondad y moderada felicidad que se respira a lo largo de todo el tomo. Igual de destacable es el dibujo, de un realismo limpio pero descuidado y ágil, y con especial atención a los detalles (como en las fotos que David le saca a Kimié, deteniéndose en la belleza de cada parte de su cuerpo: sus manos, su sonrisa, su pelo, sus pies...). Una gozada de tebeo con el que dan ganas de estar enamorado.
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